Dicho evento ocurre porque el diafragma es friccionado o golpeado constantemente por los órganos abdominales durante la realización de ejercicio intenso o que exigen gran movilidad y, ante todo, por algunos errores que se relacionan con falta de condición física e inexperiencia del ejecutante:
• Tomar aire por la boca. Es común en practicantes noveles que sienten que les falta oxígeno, pero con esto sólo consiguen que su estómago e intestinos se llenen de gas, aumenten de volumen y, por ende, empujen hacia arriba al hígado, que genera molestias en el músculo interno del tórax al correr o saltar.
• Comer antes o durante la realización de ejercicio. En este caso también hay dilatación de órganos abdominales, sólo que suele ser de mayor duración que en el caso anterior. Se debe tomar en cuenta que el sistema digestivo trabaja con lentitud durante la realización de actividad física, pues el flujo sanguíneo se dirige a los grandes grupos musculares del organismo, no a las vísceras.
• Calmar la sed con bebidas gaseosas y/o muy dulces. El azúcar, al igual que los alimentos, debe ser procesada por estómago e intestinos, en tanto que el agua carbonatada forma gas y aumenta el volumen de los órganos involucrados en la digestión.
• Control inadecuado de la respiración. Cambiar de ritmo al tomar o expulsar aire, así como forzar la capacidad de los pulmones, ocasiona que el diafragma sufra cansancio y dolor.
• Realizar esfuerzos excesivos. Períodos prolongados e intensos de actividad hacen que un deportista comience a tomar aire por la boca, ingiera líquidos o agote a su diafragma ante la exigencia.
Es importante señalar que además de las personas que recién inician un trabajo de acondicionamiento físico, los deportistas de fin de semana son otro grupo que sufre dolor de caballo a menudo debido a que la falta de un ritmo sostenido en el ejercicio impide la práctica óptima de la respiración y el fortalecimiento del diafragma.
Por otra parte, cabe indicar que las manifestaciones más comunes de esta dolencia son notable malestar al respirar y en la espalda alta, por lo que muchas personas suponen que se encuentran ante una lesión muscular de gravedad o un evento cardiaco. La confusión no se debe a una exageración, sino a un “defecto” en el diseño del organismo humano: hombro y diafragma comparten los mismos nervios, y por ello el cerebro interpreta incorrectamente el origen del problema.
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